CROMAÑON, una serie innecesaria
La banalización de las tragedias y un desprecio absoluto por la vida humana en pos de las ganancias.
A casi veinte años de la tragedia de Cromañón, Amazon Prime nos trae una serie que promete retratar uno de los episodios más oscuros de la historia reciente de Argentina, pero que, en su enfoque, termina por banalizar y simplificar un tema tan delicado.
Más que un homenaje o una reconstrucción fiel de los hechos, la serie se presenta como una especie de "Verano del '98" dramático, donde la tragedia pasa a ser un trasfondo sobre el cual se desarrolla un relato de personajes que nunca llegan a captar la verdadera esencia de lo sucedido.
Desde el primer episodio, la ficción parece orientarse hacia un público joven, construyendo una narrativa que se asemeja a un drama adolescente. Sin embargo, esa aproximación diluye el impacto de la historia y deja de lado la gravedad de los hechos.
La tragedia de Cromañón no fue un suceso accidental ni un mal momento, sino el resultado de una cadena de actos de corrupción, negligencia, codicia y un desprecio absoluto por la vida humana en pos de las ganancias. Ninguno de estos aspectos, fundamentales para entender el contexto y las responsabilidades detrás de lo ocurrido, tiene un lugar destacado en la serie.
Uno de los puntos más críticos de esta adaptación es que, más que una denuncia o un llamado a la reflexión, se convierte en una suerte de melodrama donde los personajes adolescentes toman el protagonismo, dejando en un segundo plano el mensaje que deberían transmitir. Esto no solo es un error narrativo sino una falta de respeto hacia las familias de las 194 personas que perdieron la vida en aquella noche de diciembre de 2004. Los testimonios de madres y padres que hoy alzan la voz señalan precisamente esto: la serie no refleja lo que ellos han sufrido y lo que aún luchan por recordar. En lugar de denunciar y exponer, la historia parece suavizada, adaptada a una visión de "buenos y malos" que no se acerca a la realidad.
A nivel actoral, las interpretaciones de Luis Machín, Soledad Villamil y Paola Barrientos son lo único que logra aportar cierta profundidad y realismo a la historia, pero incluso sus personajes se ven limitados por el guion que intenta moderar el tono de la serie. Es como si la tragedia fuese solo una excusa narrativa, y no el centro de una historia que debería tratarse con respeto, empatía y, sobre todo, verdad.
Es cuestionable la necesidad de hacer esta serie en un contexto donde aún las familias siguen luchando por justicia, donde la herida sigue abierta y donde la lección que debía dejar Cromañón sigue sin aprenderse. Lo que debió ser una cruda denuncia a la corrupción que aún permea en sectores de la sociedad argentina se convierte en un relato que evade responsabilidad y contexto, un ejercicio de ficción que, lejos de rendir homenaje a las víctimas o reflejar la profundidad del dolor, se queda en una superficie que nada tiene que ver con la tragedia real.