Hernán Casciari dejó un tendal de emociones con "La señora que me parió"
El escritor llenó el Teatro Independencia en la noche del viernes, con un espectáculo atípico que deja al público profundamente conmovido.
Hernán Casciari se presentó este viernes en el Teatro Independencia con su obra "La madre que me parió", una suerte de "bipersonal", ya que en el escenario está acompañado con su madre, Chichita, que interviene en los relatos y matiza la performance del escritor desde un lugar que transita entre la nostalgia y el abnegado rol de madre que, con aciertos y errores, pinta de cuerpo entero a una familia clase media de mitad de los años ochenta.
La obra es una experiencia tan íntima como entrañable, conectando con el público a través de las memorias del autor y su vida en Mercedes, Buenos Aires.
"La madre que me parió" es un viaje a las raíces de Casciari, un recorrido por sus recuerdos más personales, aquellos que formaron su carácter y lo impulsaron hacia la creación literaria. A lo largo del espectáculo, el escritor relata anécdotas de su niñez, con un énfasis especial en su relación con su amigo Chiri y las aventuras que vivieron juntos en el pueblo. Cada una de estas historias está atravesada por el toque característico del escritor: la mezcla de ternura y humor que se convierte en un puente para que el espectador se vea reflejado en la propia infancia o juventud.
El relato da un salto hacia finales de los años 80, una época compleja para Argentina, marcada por la hiperinflación y el desempleo, momentos que Casciari aborda con ironía, pero también con sensibilidad, recordando su llegada a Buenos Aires, la ciudad que lo enfrentó a una realidad diferente a la del pequeño pueblo de Mercedes. Estos años de transición, de crisis social y personal, le permiten al escritor conectar las historias familiares y cotidianas con los cambios económicos y políticos que impactaron su vida y la de tantos argentinos en esa época.
Pero sin duda, el elemento encantador de "La madre que me parió" es la presencia de Chichita. Lejos de ser un simple acompañamiento, su madre interviene en los monólogos con comentarios espontáneos, replicando en vivo ese diálogo constante que cualquier hijo tiene con su madre. Chichita no es solo testigo de las historias de Hernán; es parte de ellas, y su participación aporta un toque de frescura y realidad que cautiva al público.
Esta interacción entre madre e hijo en el escenario es, sin duda, el corazón de la obra. Las risas fluyen con naturalidad y el público se siente parte de esa intimidad familiar, donde las discusiones cariñosas y los recuerdos compartidos se transforman en un espectáculo que oscila entre la comedia y el drama.
Con "La madre que me parió", Hernán Casciari demuestra una vez más su maestría para contar historias, pero lo hace de una manera más cercana, más humana, al compartir el escenario con una de las personas más importantes de su vida. El resultado es una obra entrañable, que deja a los espectadores con una sonrisa y una nostalgia cálida, mientras reflexionan sobre sus propios vínculos familiares, sus raíces y el paso del tiempo.
Este espectáculo no es solo una ventana a la vida del escritor, sino también un homenaje a todas las madres, con sus aciertos, sus desafíos y su inquebrantable amor.