Don Osvaldo en Mendoza y el ritual de los proletarios
El sábado 27 tocó Don Osvaldo en el estadio Arena Maipú. La banda de Patricios Santos Fontanet es un Ave Fénix después de protagonizar el capítulo más oscuro de la historia musical del país. Al respecto, hay varios puntos para resaltar: en Mendoza, las entradas se agotaron a pesar de que costaban casi 40 mil pesos, una cifra costosa sobre todo para el perfil de su público más fiel, los asalariados, los cuentapropistas, los desocupados que representan el sector más vulnerado de la economía nacional.
Las inmediaciones de calle Muratori y Rivadavia se llenaron de colectivos que traían rolingas de diversos puntos del país. Viajaban familias completas, niños, adultos mayores, todos ataviados con las insignias de su tribu de pertenencia. Todos hicieron esfuerzos por comprar sus entradas, por estar en una nueva celebración. ¿Por qué? Por la necesidad del ser humano de comulgar con sus pares. En un país donde parecemos ovejas esquiladas, pertenecer es una cuestión de Estado.
Como los rezos, las canciones de Fontanet son simples, musicalmente respetan la liturgia de los cuatro acordes. El éxito, sin embargo, está en las letras. Un cuidado equilibrio entre la crítica social, la filosofada barrial, la poesía de monoblocks y las postas que los "Homeros" obreros, como canta Viejas Loca, requieren para creer que el día de mañana puede ser mejor.
Por todo esto es que una banda que no es viral en las redes ni es invitada a todos los festivales y streaming de moda, agota entradas y llena localidades en silencio, casi sin difusión. Otros fenómenos también hierven lejos de las luces.
El show de Don Osvaldo en Mendoza fue extenso. Tocaron casi dos horas y media. Hubo repertorio actual, temas nuevos, la mayoría interpretados al principio. Después, con las formalidades ya cumplidas en cuanto a la novedad, fueron todos al grano. El set list de Callejeros fue generoso y emotivo. "Presión", "Señales", "La llave", "Un lugar perfecto", "Prohibido" pusieron en marcha la danza del trapo entre hermanos desconocidos. Fontanet habla poco con el público, o habla con las canciones. Una de sus escuetas intervenciones fue la dedicatoria de "O no", a la memoria de su novia que murió en el incendio en Cromanón. El resto del aparato discursivo se completó con la ropa (una rema de las Madres de Plaza de Mayo), una sorpresiva diapositiva de la gorra policial con la leyenda "Policía Federal Vergüenza Nacional" y un dedo señalando al Gobierno Nacional con alegorías nazis.
Así pasó Don Osvaldo por Mendoza. Una nueva noche fría donde comulgaron los que se reconocen como hermanos y juntaron un poco de felicidad hasta la próxima celebración.